La atmósfera de Seven

Una de las películas que más le ha divertido a mi hija Zoe esta temporada es la segunda parte de “Como Dios”, una comedia titulada “Sigo como Dios”. Trata del ayudante de un senador al que Dios (un Dios de color, interpretado por Morgan Freeman) le encarga construir una especie de arca de Noe, en el que guarda una pareja de cada animal para preservarle del diluvio universal. Es gracioso ver el diluvio en pantalla, como un observador, pero no tanto cuando estás dentro de la película.

Esto es lo que está cayendo aquí en República Dominicana desde mediados de la semana pasada: el diluvio. La tormenta Noel ha creado un profundo silencio en un país que suele unir la música a sus emociones: la bachata, el merengue, el reggaeton… Nada. En esta lluvia incesante, como una ducha a tope, con fuertes vientos (es curioso que los dominicanos le llamen “brisa”), sin un rayo de luz y con temperaturas de 25 grados, la música no se oye. Fallecidos, desaparecidos, casas, carreteras y puentes destruidos, apagones de luz, pérdida de cosechas y temor a que suba el pan ante la carencia de plátanos. No hay lugar para la música en un pueblo tan alegre y optimista. Ayer me contaba Antonio que no había podido más y se había hecho diez largos en la piscina de su hotel al aire libre, aunque le caía más agua de arriba de la que había en la propia piscina.

La atmósfera se parece mucho, desgraciadamente, a la de otra película de Morgan Freeman, esta vez con Brad Pitt, la opera prima de David Fincher: “Seven”. A lo largo de casi toda la cinta, los dos detectives que buscan al asesino en serie divagan por una ciudad de lluvia constante… que contagia al espectador. Pues así estamos, sintiéndonos impotentes, incapacitados, algo miserables… Nosotros nos iremos el sábado, con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide, y aquí se quedará el país, hecho trizas.