Dejad de quererme

He visto dos películas de cine bien diferentes en los últimos tres días, aunque ambas de factura francesa.

El sábado, mientras nuestros (todavía) “chicos de oro” jugaban su partido de baloncesto contra el “Dream Team de la revancha”, fui a ver Venganza, un proyecto de Luc Besson (el Spielberg galo) con el irlandés Liam Neeson y la holandesa Femke Jansen como protagonistas. La historia de una joven, hija de un exagente de la CIA, que es secuestrada junto a su amiga en París por las mafias albanesas. Neeson se lía a mamporros con media policía francesa (corrupta, por supuesto), con los malos de la Europa del Este y con quien se le pone por delante, incluidos los guardaespaldas de un vicioso jeque. Como la chica, de 17 años, es virgen, salva la vida. La peli no pasará a la historia, pero hará dinero a buen seguro.

Mucho más inquietante e interesante es Dejad de quererme (Deux tours à tuer), del director Jean Becker, autor de Conversaciones con mi jardinero.

Sinopsis: “Antoine, 42 años, publicista, es un hombre de éxito. Está casado con Cécile, es padre de dos hijos, vive en una bonita casa no lejos de París y tiene muy buenas relaciones con los vecinos. Su discreta relación con la guapa Marion no va tan en serio como para perturbar su equilibrada vida.
Sin embargo, un día como cualquier otro, su vida cambia. Durante una reunión con un cliente importante, pierde los estribos y, de paso, el proyecto. Su socio le propone que se tome unos días de vacaciones para descansar, pero Antoine está decidido a acabar de una vez por todas y ofrece venderle su parte.
De vuelta a casa para el fin de semana, empieza a destruir sistemáticamente lo que ha construido durante años. Su mujer le acusa de tener una amante, y no lo niega. Su comportamiento es odioso y la saca de quicio sin darle la menor explicación. Es su cumpleaños y sus dos hijos le han hecho dibujos, pero de golpe, se vuelve intransigente y duro con ellos. Su amigo de toda la vida le pide consejo acerca de la compra de un coche de coleccionista; en vez de ayudarle, se las arregla para que no salga el trato. Sus amigos le han preparado una fiesta sorpresa en su propia casa. Parece disfrutar insultándolos uno a uno: incluso se mete con la guapa Virginie, que en su opinión se pasa de coqueta. Nadie entiende lo que le ocurre. La velada no tarda en convertirse en una auténtica pelea verbal. Presa de la ira, los echa a todos.”

Excelentemente interpretada por Albert Dupontel, está basada en la novela Deux tours à tuer de François d’Epenoux. En un fin de semana, el protagonista tira todo por la borda, deja su trabajo como dueño de una empresa de publicidad, pone a parir a sus amigos, abandona a su familia y se marcha rumbo a Irlanda. En el camino, recoge a un autoestopista que lleva dos años en el paro por una reestructuración y a quien le ha dejado su mujer y su perro. Y ambos cantan (en francés) el tema Me olvidé de vivir de Julio Iglesias:

De tanto correr por la vida sin freno, Me olvidé que la vida se vive un momento.
De tanto querer ser en todo el primero, Me olvidé de vivir los detalles pequeños.
De tanto jugar con los sentimientos, Viviendo de aplausos envueltos en sueños,
De tanto gritar mis canciones al viento, Ya no soy como ayer, ya no sé lo que siento.
Me olvidé de vivir… Me olvidé de vivir… Me olvidé de vivir… Me olvidé de vivir…
De tanto cantarle al amor y la vida, Me quedé sin amor una noche de un día.
De tanto jugar con quien yo más quería, Perdí sin querer lo mejor que tenía.
De tanto ocultar la verdad con mentiras, Me engañé sin saber que era yo quien perdía.
De tanto esperar, yo que nunca ofrecía, Hoy me toca llorar, yo que siempre reía.
Me olvidé de vivir… Me olvidé de vivir… Me olvidé de vivir… Me olvidé de vivir…
De tanto correr por ganar tiempo al tiempo, Queriendo robarle a mis noches el sueño,
De tanto fracasos, de tantos intentos, Por querer descubrir cada día algo nuevo.
De tanto jugar con los sentimientos, Viviendo de aplausos envueltos en sueños,
De tanto gritar mis canciones al viento, Ya no soy como ayer, ya no sé lo que siento.
Me olvidé de vivir…Me olvidé de vivir…Me olvidé de vivir…Me olvidé de vivir…

El giro de la película se produce cuando Antoine llega a Irlanda (la localidad de la película es Connemara, donde hay un precioso hotel en el que se alojó De Gaulle). Se encuentra con su padre, que huyó cuando él tenía 13 años, y descubrimos que el protagonista padece un cáncer terminal. En sus palabras, ha preferido comportarse como un cabrón para que nadie le eche de menos.

Los títulos de crédito del final de la película se combinan con la canción Le temps qui reste (El tiempo que queda) de Jean-Loup Dabadie, interpretada por Serge Reggiani, que según el director resume toda la película:

Combien de temps...
Combien de temps encore
Des années, des jours, des heures, combien ?
Quand j'y pense, mon coeur bat si fort...
Mon pays c'est la vie.
Combien de temps...Combien ?
Je l'aime tant, le temps qui reste...
Je veux rire, courir, pleurer, parler,
Et voir, et croire
Et boire, danser,
Crier, manger, nager, bondir, désobéir
J'ai pas fini,
j'ai pas fini
Voler, chanter, parti, repartir
Souffrir, aimer
Je l'aime tant le temps qui reste
Je ne sais plus où je suis né, ni quand
Je sais qu'il n'y a pas longtemps...
Et que mon pays c'est la vie
Je sais aussi que mon père disait :
Le temps c'est comme ton pain...
Gardes-en pour demain...
J'ai encore du pain
Encore du temps, mais combien ?
Je veux jouer encore...
Je veux rire des montagnes de rires,
Je veux pleurer des torrents de larmes,
Je veux boire des bateaux entiers de vin
De Bordeaux et d'Italie
Et danser, crier, voler, nager dans tous les océans
J'ai pas fini, j'ai pas fini
Je veux chanter
Je veux parler jusqu'à la fin de ma voix...
Je l'aime tant le temps qui reste...
Combien de temps...
Combien de temps encore ?
Des années, des jours, des heures, combien ?
Je veux des histoires, des voyages...
J'ai tant de gens à voir, tant d'images..
Des enfants, des femmes, des grands hommes,
Des petits hommes, des marrants, des tristes,
Des très intelligents et des cons,
C'est drôle, les cons ça repose,
C'est comme le feuillage au milieu des roses...
Combien de temps...
Combien de temps encore ?
Des années, des jours, des heures, combien ?
Je m'en fous mon amour...
Quand l'orchestre s'arrêtera, je danserai encore...
Quand les avions ne voleront plus, je volerai tout seul...
Quand le temps s'arrêtera..
Je t'aimerai encoreJ
e ne sais pas où, je ne sais pas comment...
Mais je t'aimerai encore...D'accord ?

Siguiendo a Gandhi, hemos de vivir como si fuéramos a morir mañana y aprender como si fuéramos eternos. El buen cine nos ha regalado distintas visiones de la vida cuando se sabe que uno va a morir pronto:

- La netamente transformadora, que hace el bien a su entorno, de Mi vida sin mí de Isabel Coixet. He reproducido en este blog la lista de cosas que le quedan por hacer a la protagonista antes de morir.
- La aventurera de Ahora o Nunca (The bucket list) con Jack Nicholson y Morgan Freeman. Recomiendo el libro 1001 sitios que visitar antes de morir.
- La de las relaciones auténticas que observamos en Elegy (también de Isabel Coixet). Amor, más allá de la muerte.
- La de esta película, Dejad de quererme. La más valiente, pero también creo que la más cruel.

Ojalá siempre tuviéramos las ganas de vivir que muestran las personas cuando la vida se escapa.