El problema de la educación

Vuelo de Bilbao a Barcelona a las 7 de la mañana. En la ciudad condal, una primera sesión de coaching de cuatro horas y media (lo habitual es que no supere las tres horas): el tiempo se nos ha pasado volando.

Leo en la prensa de hoy algunos detalles del Estudio Económico de España 2008: “El porcentaje de jóvenes con una escasa educación en el mercado laboral es inusualmente grande para un país rico”. Uno de los mayores problemas, si no el mayor, de nuestro país.

El 31% de nuestros jóvenes deja los estudios después de la ESO, muchos de ellos sin el título mínimo. La media de la Unión Europea no llega al 15% (si bien Portugal alcanza el 36’3%, Finlandia está en el 7%; Alemania, Bélgica, Holanda, Francia, Gran Bretaña y Suecia, alrededor del 12%). El número de alumnos que repiten educación secundaria está en nuestro país en el 15% (Portugal está alrededor del 12% y la media de la OCDE, por debajo del 3%).

En otro ranking, del Consejo de Lisboa, España ocupa el último lugar entre los 15 países más ricos de la Europa más Estados Unidos y Australia en la calidad de sus universidades. El informe ha evaluado seis criterios, desde la inclusividad (porcentaje de alumnos titulados sobre el total de población en edad universitaria) a la efectividad (capacidad del sistema educativo para que salgan graduados con habilidades relevantes para el mercado laboral), el atractivo (capacidad de un país para atraer estudiantes extranjeros), la capacidad para adaptarse al cambio y el aprendizaje de adultos (formación durante toda la vida).

Nuestro país es el 12º en inclusividad, con un 33% de población universitaria sobre el total (Australia alcanza el 59%), el 7º en educación para adultos (con un 3’6% de estudiantes entre 30 y 39 años) y en el último puesto en adaptación a los cambios en el sistema educativo y en efectividad (sólo un 30% de universitarios con un título demandado por el mercado laboral).

Actualidad Económica titula su número de esta semana ¡Es la educación!, estúpido. Y alerta sobre la revolución que necesitamos en el ámbito educativo. Según los sucesivos informes PISA, estamos muy por debajo en rendimiento y calidad del sistema educativo. España está en el 24º lugar, superada por Polonia, Chequia, Irlanda, Hungría… En comprensión lectora, 31 puntos por debajo de la media de la OCDE. “La educación no es una prioridad para los ciudadanos españoles, empezando por los políticos, pero continuando por todos los demás (padres, alumnos, empresarios, medios de comunicación…) Ni siquiera lo es para los profesores” (José Luis García Garrido, catedrático de Ciencias de la Educación).

Si nos comparamos con Finlandia (el mejor sistema educativo), nuestro sistema es público en un 67’4% y concertado en un 26%; el finlandés, público en un 93’1% y concertado en el 6’9% restante. Nuestros profesores estudian tres años de magisterio para dar clases en primaria y formación universitaria para secundaria; todos los docentes finlandeses poseen formación universitaria y han de superar un riguroso proceso de selección. En ambos países se dan 30-31 horas de clase por semana, a unos 15 alumnos por profesor. Todas las universidades finlandesas son públicas (aquí hay públicas y privadas). España destina el 4’23% del PIB a educación y Finlandia más del 6%. El 10’4% de la población española (de más de 25 años) se dedica a la educación y formación y el 23’4% de la finlandesa. Por tanto, más inversión, profesores mejor preparados y mejor pagados, un sistema mucho más práctico.

El 30% de los españoles que se matriculan en la educación superior la abandonan transcurridos dos años. En promedio, los estudiantes tardan 6 años en completar carreras de 4 años (sólo un 30% va a año por curso). El coste de este abandono y prolongación de las carreras es de unos 7.500 millones de euros, el 0’7% del PIB.

La primera Universidad española –la de Barcelona- ocupa el puesto 194º en el ranking de THES y sólo hay 11 más entre las 500 mejores.

Tenemos que hacer algo. La ministra Garmendia anuncia el Plan 2015 para colocar a nuestro país entre los diez primeros del mundo. Según la ministra, “el éxito pasa por promover la internacionalización, el espíritu emprendedor y la eficacia y la eficiencia de los centros superiores de investigación”. Ojalá nos pongamos las pilas. El futuro nos va en ello.