Gracias, Samaranch

Al final ocurrió lo que estaba previsto, La ciudad de Río de Janeiro organizará los Juegos de 2016.

Ha sido impresionante la intervención de la Dra. Leonor Gallardo, Directora del Master de Gestión Deportiva de la Federación Española de Fútbol y coautora de Liderazgo, Empresa y Deporte y La Roja. El triunfo de un equipo, además de muchos otros, hoy en Espejo Público, el programa de Susanna Griso. Ha aportado un montón de datos sobre el coste de unos Juegos Olímpicos, sobre su prácticamente nula rentabilidad, sobre la creación de empleo (unos 300.000 puestos de trabajo), sobre el aluvión de ilusión. Y cuando los contertulios le preguntaron sobre las posibilidades de Madrid, a pocas horas de saberse el resultado, Leonor contestó muy elegantemente: un 25%.

No he podido dedicarle a esta jornada en Copenhague la atención que le dispensé hace cuatro años (la elección de Londres 2012 en Singapur me pilló en América, con unas 12 horas de diferencia; fue una noche de insomnio, viendo en la tele las presentaciones y las votaciones). Hoy he tenido varias reuniones por la mañana, coaching estratégico (centrado en la comunicación directa, breve, concisa) por la tarde, de 4 a 7, con un magnífico directivo que le pone unas ganas enormes y me he ido con Zoe a ver Viki el Vikingo a la sesión de las 8’30 horas (por cierto, muy entretenida para los niños y entrañable para quienes recordamos los dibujos animados).

Sin embargo, sí he tenido la oportunidad de escuchar en directo, en el taxi que me llevaba a la reunión de las 4, las palabras de Juan Antonio Samaranch en la presentación de Madrid 16. “Tengo 89 años, estoy al final de mi vida, os pido la concesión de los juegos para mi ciudad”. Ha sido un discurso precioso de quien más ha hecho por transformar el movimiento olímpico. Emotividad de verdad, más allá de “corazonadas” y otras cosas sin explicación.

El "nombre del juego" para conseguir unos Juegos es convencer al mayor número de miembros del Comité Olímpico Internacional con derecho a voto. Río lo ha logrado (66 votos en la final). Madrid ha obtenido 28 votos en la primera ronda, 29 en la segunda (con los 18 votos de Chicago a repartir) y 32 en la tercera. No hemos logrado persuadir ni a un tercio de los “clientes” potenciales. Ese dato, más allá de la “desolación” del alcalde, debería hacernos pensar.

Con la modestia de un auténtico profano y sin voluntad de herir a nadie (el esfuerzo realizado es fabuloso), propongo que podríamos reflexionar sobre estos aspectos:
- Se ha “vendido” como un gran activo que la mayor parte de los estadios y pabellones de Madrid estaban terminados, a diferencia de Río, por ejemplo. Esto no ha parecido interesar demasiado a los votantes del COI.
- Río de Janeiro era la candidata con mayor presupuesto. Esto sí suele funcionar.
- Madrid tenía, según las estadísticas, el mayor apoyo de la ciudadanía. Pero, ¿importa la cantidad o importa la calidad? Sobre todo en la recta final, Río ha demostrado mayor entusiasmo, un entusiasmo similar al de Barcelona 92. El de un país, Brasil, que quiere salir de la “segunda clase” (como ha dicho Luiz Inácio Lula da Silva) e instalarse en la primera.
- Río ha sabido vender muy bien que “le tocaba” (no se habían celebrado unos Juegos en Sudamérica) y la rotación cultural (asiáticos-anglosajones-latinos). Nosotros no hemos sabido “vender” que Brasil va a organizar en dos años los Mundiales de fútbol de 2014 y los Juegos del 2016 y que puede ser mucho para una economía no proecisamente fuerte.
- Posicionamiento internacional. Un país joven y emergente como Brasil ha sabido aunar las ilusiones de la comunidad iberoamericana y conseguir votos de los anglosajones, los francófonos, los asiáticos, los independientes. Es fantástico llegar a la final (a mí particularmente me ha sorprendido que Chicago, la favorita en las apuestas, fuera eliminada en la primera votación), pero es una decepción perder por 66-32.
- Liderazgo. Río 16 han sido el Presidente Lula da Silva (un político con una credibilidad enorme) y Pelé (el gran astro del fútbol mundial). En la presentación de Madrid 16 el liderazgo se ha diluido entre tantos representantes institucionales, tantos deportistas, tanta gente. En una organización ha de haber liderazgo a todos los niveles, pero en la comunicación debe haber un verdadero líder responsable de nivel mundial.

En declaraciones a Radio Marca, Mercedes Coghen, consejera delegada de Madrid 2016, ha dicho que se encontraba “muy triste, con mucha emoción, pero no de la buena”, que no entendía lo que había sucedido (“el trabajo estaba muy bien hecho, pero parecía que tocaba ir allí”) y que había que darle vueltas a lo que ha sucedido (“Hay que entender que hay unas reglas. Es algo incomprensible porque Madrid era la mejor candidatura. Todos lo sentimos sobre todo por los españoles que estaban muy ilusionados”).
Evidentemente, tener la mejor candidatura, si ha sido así (no dispongo de datos para asegurarlo), no es suficiente para ganar unos Juegos. Si hemos aprendido algo, y Madrid se vuelve a presentar para el 2020 –en una primera encuesta, el 48% quiere repetir-, pediría una organización mucho más profesional y con menor intromisión política si es posible, con un/@ Consejer@ Delegad@ que sea una figura incontestable del deporte y ejerza un liderazgo real (como Sebastián Coe en Londres 2012 o Pelé en Río 2016) y que nos centremos en ganar, lo que se consigue convenciendo a los miembros del Comité Olímpico Internacional de que el proyecto es el más interesante para ellos. Si no hacemos esto, volveremos a ser “vice-campeones” una vez más. Habremos organizado un caro proyecto para ilusionar a la ciudadanía, pero no pasaremos de ahí.

Entre el “hemos perdido con la cabeza muy alta” del gran Manel Estiarte y el “siempre voy con equipos ganadores” de Pelé, hay un mundo que nos debería hacer recapacitar. En cualquier caso, me quedo con la enorme generosidad del extraordinario Juan Antonio Samaranch que, en el tramo final, ha pedido de esta forma el voto para su país. Debemos sentirnos muy agradecidos y orgullosos.

La Presidenta de la Comunidad de Madrid se ha mostrado convencida de que Madrid organizará unos Juegos Olímpicos y que ella los verá. Yo también lo creo. No es una corazonada. Es la convicción profunda de que, haciendo aún mejor las cosas, lo podemos conseguir.