La civilización del espectáculo


Ayer comenté en este blog el número de mayo de la revista Emprendedores. Hoy me gustaría hacerlo de Capital. Su directora, Consuelo Calle, tuvo la generosidad de leerme en el pasado Hoy es Marketing (19 de abril) el editorial que iba a publicar, sobre ¿Bajar salario? Mejor cambiarlos. “Hemos buscado casos de empresas que están haciendo cosas interesantes para ajustar costes laborales y, de paso, algo muy importante, más si cabe, buscar el compromiso de toda la plantilla con el futuro de la empresa”. En la publicación se presentan los casos de Microsoft (Jordi Benítez entrevista a su presidenta, María Garaña), Accenture (Alfonso Pérez hace lo propio con su ‘capitán de consultores’, Vicente Moreno), SEAT, Mercadona… Juan Llobell se pregunta (y nos pregunta) ¿Soy yo el único tonto que paga a Hacienda? Y recoge los artículos de Fortune sobre Emilio Botín El banquero más astuto de Europa y sobre Las entrañas de Facebook. Las empresas que mejor lo están haciendo en la crisis: Inditex, OHL, Jazztel, Vueling, Iberpapel, IAG, CAF, REE, Prosegur, Duro Felguera y EADS. Cada uno de los primeros ejecutivos explican las claves (he tenido el privilegio de asesorar en talento a la mayoría de ella, en distintas circunstancias en los últimos 25 años). Y un especial sobre la ciudad de Santander.
    Me gusta el enfoque de la revista Capital. Informar sobre las buenas prácticas y dar cuenta de los saltos cualitativos (como bien saben Consuelo y su equipo, no se trata tanto de flexibilizar los salarios, sino de transformar radicalmente la relación entre el profesional –el talento- y la empresa –el proyecto-; del proletario ‘à la Dickens’ al intraemprendedor.
    He estado leyendo La sociedad del espectáculo, del Premio Nobel Mario Vargas Llosa. Un ensayo ampliamente mencionado en el II Encuentro de Silos de Liderazgo Humanista.
    El escritor hispano-peruano se refiere, desde un punto de vista melancólico y plenamente acertado al declive de la cultura tal como la ha entendido la civilización occidental. “La cultura, en el sentido que tradicionalmente se ha dado a este vocablo, está en nuestros días a punto de desaparecer”. Parte Don Mario de una serie de antecedentes (T. S. Elliot, 1948; George Steiner, 1971; Guy Debord, 1967; Gilles Lipovetsky y Jean Serroy, La cultura-mundo, 2010; Frédéric Martel, también en 2010: Cultura mainstream) para definir lo que llama “la civilización del espectáculo”: “Para esta nueva cultura son esenciales la producción industrial masiva y el éxito comercial. La distinción entre precio y valor se ha eclipsado y ambas cosas son ahora una sola, en la que el primero ha absorbido y anulado al segundo. Lo que tiene éxito y se vende es bueno y lo que fracasa y no conquista al público es malo. El único valor es el comercial. La desaparición de la vieja cultura implicó la desaparición del viejo concepto de valor. El único valor existente es ahora el que fija el mercado”.
    El autor describe esta civilización a través de una serie de rasgos:
-       Prioridad en los valores del entretenimiento (“divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal”). “Convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias inesperadas: la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo”. Arte light, con mínimo esfuerzo intelectual. “La práctica de los deportes se hace a expensas y en lugar del trabajo intelectual”. Uso generalizado de drogas, laicismo en apariencia (o espiritualidad superficial), proliferación de sectas, empequeñecimiento y volatilización del intelectual.
-       Vargas Llosa entiende por frivolidad “tener una tabla de valores invertida o desequilibrada en la que la forma importa más que el contenido, la apariencia más que la esencia y en la que el gesto y el desplante –la representación- hacen las veces de sentimientos e ideas”.
-       El mayor problema de nuestro tiempo es la educación. “El empobrecimiento y desorden que ha padecido la enseñanza pública, tanto en Francia como en el resto del mundo, ha dado a la enseñanza privada, a la que por razones económicas tiene acceso sólo un sector social minoritario de altos ingresos, y que ha sufrido menos los estragos de la supuesta revolución libertaria, un papel predominante en la forja de dirigentes políticos, profesionales y culturales de hoy y del futuro”.
-       El erotismo (que convierte el acto sexual en obra de arte) ha desaparecido al mismo tiempo que la crítica y la alta cultura. “El erotismo no sólo tiene la función positiva y ennoblecedora de embellecer el placer físico y abrir un amplio abanico de sugestiones y posibilidades que permitan a los seres humanos satisfacer sus deseos y fantasías. Es también una actividad que saca a flote aquellos fantasmas escondidos en la irracionalidad que son de índole destructiva y mortífera”.
-       La cultura es dependiente de la política, como ocurría en las dictaduras. “¿A qué se debe que el mundo entero haya llegado a pensar aquello que todos los dictadores han querido inculcar siempre a los pueblos que sojuzgan, que la política es una actividad vil?”. Periodismo escandaloso, corrupción, alejamiento de la vida política de los profesionales y técnicos mejor preparados (la política, además de mal vista, está mal pagada)…
-       “La frontera que separaba el periodismo serio del escandaloso y amarillo ha ido perdiendo nitidez”. Las víctimas se han convertido en piezas de espectáculo y la catástrofe “ameniza mucho la vida de la gente”.
-       En definitiva, “la cultura es –o era, cuando existía- un denominador común, algo que mantenía viva la comunicación entre gentes muy diversas a las que el avance de los conocimientos obligaba a especializarse, es decir, a irse distanciando e incomunicando entre sí”.
El libro incluye diez artículos de Mario Vargas Llosa en El País estos años, que refuerzan la línea de pensamiento del autor.

           ¿Qué podemos decir? Que Don Mario escribe como los ángeles, que su reflexión es sensata y profunda… pero que no todo está perdido. Citando a Machado (y, de paso, a Oscar Wilde), sólo los necios confunden valor y precio. En el talentismo, en la nueva era en la que el talento es más escaso y valioso que el capital, la educación es la inversión más rentable y el criterio cultural (propio, humilde, forjado con los años de estudio, esfuerzo y placer por la cultura) es más importante que lo que nos indican los “periodistas” vendidos a lo comercial. Es precisamente de eso de lo que hablamos, junto a Miguel Ángel (el DG del INAEM), Martín, con filósofos, historiadores y otros expertos de prestigio.
           La cultura no está muerta. Simplemente es minoritaria, nos guste o no, como ha sido siempre. La supuesta "democratización" no ha sido tal.