Ayer hablaba en este
blog de la Gente tóxica a partir de
un twitt de mi admirado y querido Gabriel Masfurroll (uno de los mejores
abuelos del mundo, por otra parte).
Y
vuelvo a un twitt de Gabriel Masfurroll: Armgstrong.
Día nefasto para este apellido. Descanse en paz, Neill. Que se vayan a hacer
puñetas, Lance. Y reproduce este artículo de La Vanguardia, titulado Como
un criminal peligroso:
“Desconozco si las aspiraciones políticas de
Lance Armstrong están tras el ensañamiento de la agencia antidopaje de Estados
Unidos, pero es evidente que su imagen a ojos del electorado norteamericano
está tocada de muerte. La persecución ha sido feroz y sin precedentes en la
investigación de hechos que, en muchos casos, habrían prescrito. El mismo
organismo que no abre la boca para controlar a los jugadores de la NBA ni de
las ligas profesionales de su país, y que no abrió ninguna investigación a raíz
de las confesiones de dopaje de André Agassi, ha mantenido en este caso una
actividad frenética.
La Usada ha recurrido a los mismos métodos de un
gobierno en peso contra un criminal peligroso. Incluso ha utilizado la compra
de testigos dispuestos a vender a su exlíder por un plato de lentejas, a cambio
de la seguridad de que ellos, por los mismos hechos que Armstrong, no serán
sancionados ni perderán victorias ni premios económicos.
También ha sido muy significativo el interés de
la agencia de EE.UU. al dejar al margen de toda la instrucción del caso a la
Unión Ciclista Internacional, que todavía se tiene que pronunciar y, además,
tiene la última palabra, si no hay un recurso final al TAS. La UCI dice que
espera el dossier completo y que es necesaria una decisión “motivada” para
anunciar sanciones de tanta dureza. Un síntoma más de que las relaciones entre
los dos organismos no van bien es que la UCI denunciaba ayer en un comunicado
que la Usada “pretende ser la organización responsable en este caso”,
insinuando que se atribuye un poder que le corresponde en parte, pero que está
muy lejos de ser absoluto.
Quizás
uno crea, de manera ingenua, que todo se reduce a averiguar qué hizo y qué no
Armstrong para ganar 7 Tours. Pero se está abriendo una puerta en cualquier
tipo de revisionismo sin límite temporal. ¿Empezamos por la final del Mundial
de fútbol de 1998 entre Brasil y Francia?”
Lance
Armstrong (Texas, 1971) es el ciclista que marcó una época al ganar siete Tours
de Francia seguidos. En la madrugada del viernes, lanzó un comunicado en el que
aceptaba la sanción a perpetuidad de la USADA. Esta agencia antidopaje le ha
desposeído de todos sus títulos desde 1998 hasta 2011. En los últimos quince
años, la Fundación Armstrong ha facturado 400 millones de euros (ha distribuido
14 millones de pulseras amarillas); en 2011, 40 M €. El pasado sábado anunció
que participaba en una carrera benéfica, El
poder de cuatro. Las aportaciones sumaron 62.000 euros frente a los 2.500
de la víspera. Parece que Armstrong acabará triunfando, más allá de esa
“Inquisición retroactiva” (Luis del Val). El Kansas City seguirá llamando su
estadio con su nombre, Nike le seguirá dando su apoyo publicitario y mantiene
la total admiración de sus compañeros, como Joseba Beloki, que quedó segundo en
el Tour de 2002. Citando de nuevo a Del Val: “Está bien controlar las sustancias en el
deporte, aunque sería mucho mejor programar pruebas que no estén diseñadas para
superhombres y, desde luego, sería más creíble que los tribunales deportivos
funcionaran como funcionan los tribunales de los países occidentales: con
garantías, con aportación de pruebas irrefragables y contando con la presunción
de inocencia, que es algo intrínseco al Derecho. Todo lo demás es chapucería e
inquisición, tosquedad mentirosa y una alegre máquina de ensuciar famas y
prestigios, como no hace mucho fue víctima Alberto Contador. Porque lo que se
echa a faltar ahora mismo no es quién vigila a los ciclistas, sino quién
controla a los inquisidores de la farfolla”.
El
otro héroe Armstrong es el astronauta Neill, la primera persona que pisó la
luna, que nos ha dejado a los 82 años por unas complicaciones tras una
operación de corazón.
Nacido
el 5 de agosto de 1930 en Wapakoneta, Ohio, a los 16 ya era estudiante de
piloto. Estudió ingeniería aeronáutica en la Universidad de Purdue, se hizo
piloto durante el servicio militar (1949) y estuvo en la Guerra de Corea. A
mediados de los 50, se trasladó al Centro de Vuelos Edwards de la NASA. Obtuvo
una plaza de astronauta en 1962, un año después de que el presidente Kennedy
expusiera su visión de llevar a un hombre a la Luna y traerlo de vuelta seguro
antes del final de la década.
Como
comandante del Apolo 11, la primera misión pilotada a la Luna, acompañado por
Michael Collins y Edwin E. Aldrin, tuvo el privilegio de ser la primera persona
que puso el pie sobre la superficie lunar: 21 de julio de 1969, y aquella
famosa frase: “Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la
humanidad”. Estuvo 2’5 horas recogiendo muestras, haciendo experimentos y
tomando fotografías.
En
1971, Armstrong dejó la NASA para dejar clases de ingeniería.
El
presidente Obama le considera “uno de los mayores héroes americanos de todos
los tiempos”. Edwin Buzz Aldrin ha dicho que “le recordará como un gran
comandante”. Y su familia le ha pedido a sus admiradores: “La próxima vez que
caminéis al aire libre en una noche despejada y veáis que la Luna os sonríe,
pensad en Neill Armstrong y hacedle un guiño”. Trato hecho.
En
los 70, las misiones previstas (Apolo 18, 19 y 20) se suspendieron por falta de
presupuesto. Y en esta década, Obama canceló el programa Constelación (regreso a la Luna en 2020) por el mismo motivo. Armstrong
advirtió que esta decisión tendría consecuencias devastadoras para el liderazgo
espacial de EE UU. Es muy probable que sea un astronauta chino quien recoja la
cámara que el bueno de Neill se dejó en la Luna (espera lograrlo entre 2020 y
2025).
El
recuerdo de este símbolo de la aventura espacial (tenía 5 años cuando Jesús
Hermida, nacido un 3 de julio como un servidor, retransmitió el alunizaje) es
triple: por un lado, “lo que hay que tener” (“The right stuff”, título original
de Elegidos para la gloria, novela de
Tom Wolfe de 1979 y película de Phillip Kaufman de 1983 sobre los astronautas
elegidos para el Proyecto Mercurio
para enviar a un ser humano al espacio). Scott
Carpenter, Gordon Cooper,
John Glenn, Gus Grissom, Walter Schirra, Alan Shepard y Deke Slayton
fueron elegidos por sus cualidades (competencias). Chuck Yeager, que podía ser
el mejor de todos, no tenía el perfil. Los pilotos se negaron a ir al espacio
como monos; deseaban liderar el proyecto, ser artífices de su destino.
El
segundo recuerdo tiene que ver con un monólogo de Goyo Jiménez sobre los
estadounidenses y sus “frases para la posteridad” (como la de Armstrong al
pisar la luna) y que los latinos no hacemos lo mismo (“¿qué dijo Colón cuando
pisó América?”, se preguntaba Goyo Jiménez en Frases Humanas, 6-2-2011): www.youtube.com/watch?v=D61stKztAhs.
Medio en broma medio en serio, es el talento como “poner en valor”, que
incluye, por ejemplo, dar a la situación el impacto adecuado. Es el contraste
entre las ceremonias de graduación en Gran Bretaña o en Estados Unidos y las de
aquí, sin ir más lejos.
El
tercero es precisamente el cambio de liderazgo (espacial) en el talentismo, en
la nueva era. “Si se permite que se desvanezca el liderazgo que hemos adquirido
a través de una inversión, otras naciones rellenarán el hueco… No creo que eso
venga bien para nuestros intereses”, dijo Neill Armstrong en una audiencia en
el Congreso en marzo de 2010. En la próxima década, China asumirá ese liderazgo
y me temo que con la aventura espacial conseguirá una energía barata y muy
abundante.
Dos
Amrstrong, dos héroes. Falta un tercer Armstrong (Louis, el gran Satchmo), para
que le ponga banda sonora a sus vidas: “What a wonderful world” (www.youtube.com/watch?v=E2VCwBzGdPM).
Mi
gratitud a los grandes ciclistas como Lance (y como Alberto Contador y Miguel
Indurain, por supuesto) y a los grandes astronautas como Neill Armstrong,
Collins, Aldrin o John Glenn. Liu Yang, la primera astronauta china, salió al
espacio en el Shenzhou 9 el pasado 16
de junio (hablé de ella en este blog) y regresó 13 días después. La cuarta
misión tripulada del gigante asiático fue todo un éxito. Su carrera espacial
continúa. Dentro de cuatro años, Beijing habrá puesto sobre la superficie lunar
un vehículo no tripulado, con robots, para tomar muestras.