Lo he pasado
maravillosamente bien ayer viernes y hoy sábado en el Programa de Liderazgo Innovador y Coaching Estratégico de ESIC en
Zaragoza, que tengo el honor de dirigir. Ayer, con la revisión de los procesos
de coaching que l@s propi@s alumn@s están llevando a cabo (a diferencia de
otros programas, en éste los participantes reciben coaching y practican
coaching ejecutivo; un diferencial que nos parece muy importante). Esta mañana,
trabajando juntos durante cinco horas Ciencia,
Arte y Ética del Coaching.
En medio, una
cena estupenda con las dos primeras promociones del Programa y la entrega de
diplomas de la primera promoción. Y después una copita todos juntos en el Dalai, en la calle Casablanca de
Valdespartera. Atención al Bacardi Elixir (www.youtube.com/watch?v=QHmU2yWkDGA),
un nuevo ron con aroma de caña tostada inspirado en la receta original de D.
Facundo Bacardí en 1862. Intenso y meloso. Un mojito con Bacardi Elixir está de
locura.
Pero volvamos
al Coaching. El Coaching no es una ciencia; es un proceso de acompañamiento que
aporta un alto valor y que se nutre de ciencias como la psicología positiva
(optimismo, fluidez, resiliencia, felicidad), la economía conductual o el
neuromarketing. Hemos puesto en común, por ejemplo, las 50 trampas cognitivas
que hacen feliz a tu cerebro (expuestas por David DiSalvo en su último libro,
tal como comenté en una reciente entrada de este blog) y comprobado que todas y cada una de ellas son
argumentos a favor del coaching.
El Coaching
posee un innegable componente artístico, en su capacidad de conmover,
emocionar, al pupil@ y porque cada coach debe definir su identidad, su estilo
propio. Y es, por supuesto, ético, porque debe dirigirse según un código ético
(como el Código de buenas prácticas de
AECOP), que incluye la confidencialidad del proceso.
Pero es que
además el coaching es un pilar de la ética porque, realizado correctamente, es
un gran impulsor del mérito. En las sociedades clientelares (en el “capitalismo
de amiguetes”), con instituciones excluyentes (cuyas élites se aprovechan en su
propio beneficio y se sirven de los demás) el coaching no tiene tanto sentido,
porque todo está montado desde la picaresca. En sociedades verdaderamente
libres, con una justicia eficaz, con instituciones inclusivas, con el mérito
por santo y seña, el talento se aprecia, se valora y necesita desarrollarse a
través del coaching. Eso explica por qué en general las sociedades menos
corruptas están más desarrolladas y por qué las sociedades más desarrolladas
utilizan más y mejor servicios de coaching. Y también, por seguir con el
ejemplo, de recolocación; la reforma laboral consagraba un “outplacement”
profesional, en tanto que las empresas más vergonzantes optan por “faenas de
trasteo y aliño” (quick & dirty, en la terminología empresarial),
baratujas, para salir del paso y con una indignante falta de respeto hacia los
profesionales que les han servido durante tantos años. Las empresas admiradas
recolocan profesionalmente; las neotayloristas, desahucian sin pudor.
No me cansaré
de repetir las palabras de José Antonio Marina, “la ética es el modo más
inteligente de vivir”. Por tanto, la falta de ética es lo más estúpido. Quien
no quiera verlo, allá él/ella.
Mi
agradecimiento a Ana María, Elena, Eva, María, Verónica, Enrique, Javier, Juan
Carlos, Óscar, Pedro, Gabriela, Mª José, Noelia, Silvia, Alfredo, Hans, Javier, Jesús, José Luis,
Jorge, José Antonio, Juan I. y Juan L. Sois y seréis un@s magníficos coaches.