La Crisis acabará cuando las personas sean empleables


Domingo desapacible en Madrid. Programa doble de cine. Por la mañana, una de acción: “Jack Ryan: juego de sombras”, basada en el personaje de las novelas de Tom Clancy y dirigida por Kenneth Branagh. Entretenida, con excelentes actuaciones (Keira Knightley, Kevin Costner, el propio Branagh como un villano terrible y poético). Hemos pasado Miguel Ángel, Jesús, Julio y un servidor un buen rato con esta cinta de ritmo trepidante (la alternativa era “Nebraska”, muy bien valorada por la crítica, pero del mismo director de los bodrios “Entre copas”, “A propósito de Schmidt” y “Los descendientes”). Y por la tarde, con Zoe y su amigo Arancha, “La LEGO Película”. Muy para niñ@s, con una banda sonora contagiosa: “¡Todo es fabuloso! ¡Siempre en equipo todo va bien! ¡Todo es fabuloso, mientras puedas soñar!”
He estado leyendo el libro “Mis años en la Reserva Federal”, de Ben Bernanke, que fue presidente de la FED de 2006 al 31 de enero de 2014. Una serie de cuatro conferencias en la Universidad George Washington en marzo de 2012. En la primera, explicó cómo nació la banca central en EE UU (1914) y cómo hizo frente a la Gran Depresión de 1929. En la segunda, el papel de la Reserva Federal tras la II Guerra Mundial. En la tercera, la crisis de 2008 y el papel del FED. Y en la cuarta, las secuelas de la crisis.
Interesante lectura. Me quedo con las herramientas de la Reserva Federal: política monetaria, provisión de liquidez, regulación/supervisión financiera (de una forma imaginativa, Bernanke explica cómo el banco central podría haber ayudado a James Stewart en “¡Qué bello es vivir!”), con los problemas del patrón oro, con el papel de Paul Volcker (presidente de la FED hasta 1987), con la noción de la crisis actual como burbuja inmobiliaria (el autor compara a Alemania y España, ambas bajo el euro y la supervisión del Banco Central Europeo), con la respuesta de la FED (la política monetaria estaba agotada en diciembre de 2008, la caída de Lehman Brothers fue un colapso y el sistema no podía permitirse el hundimiento de AIG) y las lecciones aprendidas (colaboración entre las agencias, “extinguir la fase más intensa del incendio no fue suficiente”, “sigue habiendo muchos factores estructurales en el mercado inmobiliario que impiden una recuperación más sólida”).
También he estado leyendo el número de febrero de la revista Capital. Entrevistas de Arturo Criado a Rafael del Pino (Presidente de Ferrovial): “No necesitamos soltar ningún lastre”, “Es necesario dinamizar la demanda interna”, “Los directivos que acceden al mercado son los mejor preparados de la historia”. A María Dolores Dancausa (Consejera Delegada de Bankinter): “La vuelta de la inversión extranjera indica que la recesión llega a su fin”, “Urge una nueva reforma laboral que genere empleo y que no sirva para abaratar el despido”, “La crisis pasará cuando se cree empleo de verdad”. A Alejandro Betancourt: “La imagen de Venezuela está demasiado castigada”, “Las infraestructuras de España son las mejores del mundo. Les sobra capacidad de generación”. Y el análisis de la resurrección de Gamesa.
El tercer cuarto de los sesgos cognitivos que nos propone Rolf Dobelli en “El arte de pensar con claridad” incluye:
- El descuento hiperbólico: es el premio por lo instantáneo, por “vivir cada día como si fuera el último”. Preferimos lo inmediato.
- La justificación del “porque”: No todo tiene una justificación.
- La fatiga de la decisión (Roy Baumeister y Jean Twenge) es el favoritismo por el impulso.
- El sesgo de contagio: Seguimos las pautas de l@s demás, tengan sentido o no tanto.
- El problema de las medias: no hay promedios en las guerras.
- El hacinamiento de motivación (motivation crowding): lo que motiva a otr@s no tiene por qué motivarte a ti.
- La tendencia al desperdicio: decir cosas que no se deben decir.
- El fenómeno Will Rogers (por el nombre de un comediante de Oklahoma): se trata de migrar de estado (Rogers decía que sus paisanos que migraban a Nueva York igualaban el CI de ambos estados).
- El sesgo de información: “El mayor obstáculo del descubrimiento no es la ignorancia, sino la ilusión del conocimiento” (Daniel J. Boorstin). Al rival, dale información que le confunda.
- La justificación del esfuerzo: si compras muebles en Ikea, al montarlos los valoras más.
- La ley de los pequeños números. Las start-ups tienden a emplear menos gente.
- Las expectativas: el efecto Pigmalión (o efecto Rosenthal).
- La lógica simple: según las creencias, así actúa la “lógica”.
- El efecto Forer (por el psicólogo Bertram Forer) o efecto Barnum: si crees en quien hace la predicción, se cumple más.
- La locura del voluntario: el altruismo provoca que “regalemos” tiempo y dinero voluntariamente.
- El afecto heurístico: somos esclavos de nuestras emociones.
- La ilusión de introspección: la creencia de que nuestras reflexiones son igual a la verdad.
- Incapacidad para cerrar las puertas: generalmente no “quemamos las naves” y reabrimos los temas.
- Neomanía: preferimos la novedad.
- El efecto durmiente (Carl Hovland): la propaganda queda ahí, latente.
- La ceguera alternativa: solemos dejar las elecciones entre un y otra opción.
- El sesgo de comparación social: comparas a unas personas (a su talento) con otras.
- Los efectos de primacía y recencia: las primeras impresiones y las últimas dominan la escena.
- El síndrome de “no inventado aquí”: lo que no es de la propia cosecha se estima menos.
- El cisne negro: situaciones altamente improbables que modifican nuestras vidas.
Mi gratitud a mis “compañeros de cine” de esta mañana, a los autores Ben Bernanke y Rolf Dobelli y mi admiración a mi compañero Pablo Urquijo, DG de Experis Perm (ManpowerGroup), cuya incorporación destacaba hoy la prensa económica.