He leído ayer artículos muy bellos sobre
Lauren Bacall (especialmente el de Diego Galán cuando “la mirada” recibió el
Premio Donosti en el Festival de Cine de San Sebastián y el de Ignacio Camacho,
uno de los columnistas que más admiro) y, he de decirlo, no tan estimulantes
sobre Robin Williams (el mito de la tristeza del payaso), lo que demuestra que
el Capital atractivo genera más impacto que la Marca que nos hace reír. Así son
las cosas. La historia tratará mejor a la bella que cautivó a Bogart que al
protagonista de ‘El Club de los poetas muertos’.
También me ha hecho reflexionar ‘Cómo luchar
contra el paro juvenil’, de Francisco Belil, VP de la Fundación Bertelsman: http://elpais.com/elpais/2014/08/11/opinion/1407758333_803195.html
“Con el lastre de una tasa de paro
juvenil del 53,1%, la segunda peor de Europa, España se presenta debilitada
para afrontar el futuro. El problema del desempleo juvenil va más allá de la
generación que lo sufre; abarca a todo el país y hasta que no seamos
conscientes de que se trata de un problema que nos afecta a todos, será difícil
combatirlo. Que uno de cada dos jóvenes se encuentre en esta situación merma
las posibilidades de desarrollo de la sociedad”, señala Belil. La factura, nos
recuerda, es del 1’47% del PIB.
Se trata de un
problema estructural del mercado de trabajo “relacionado con los jóvenes y la
forma de organización de la transición de la escuela al mundo laboral. Una de
sus causas, es el desajuste entre la cualificación de las personas y las
competencias profesionales que demandan las empresas.” Porque “en España, una
de cada tres personas ocupadas con formación superior trabaja en empleos de
media o baja cualificación”. Desempleo (ya sabes que a mí no me gusta emplear
el término “paro”. Como decía el gran economista David Anisi, “los únicos
parados son los muertos”) y Sobrecualificación, simultáneamente.
Belil apuesta
por una orientación profesional coordinada de calidad para todos y a un sistema
de formación profesional dual. “Un país no puede invertir tiempo, esfuerzo y
dinero en frustrar a sus jóvenes, dándoles unas competencias que carecerán de
utilidad práctica en su futuro laboral o en crear profesionales que el mercado
de trabajo nunca podrá absorber. Deberíamos adaptar al contexto español los
modelos de orientación y formación profesional internacionales de éxito. Con
ello se favorecerá la construcción de un nuevo sistema más lógico, sostenible y
eficiente.”
Francisco Belil
se refiere, como no puede ser de otra manera, al altísimo abandono prematuro de
los estudios (23’6%, el doble de la media europea). “Las malas prácticas, como el orientar a los
alumnos hacia la oferta del propio centro educativo, deberían ser erradicadas.”
A la formación profesional dual, que en España “actualmente representa sólo
alrededor del 2% de toda la oferta de FP en España, cuando en Alemania la cifra
alcanza el 70%”. Y a las pymes: “La
formación profesional dual debería flexibilizarse y adaptarse todavía más para
que las pymes, un porcentaje muy elevado del tejido empresarial del país,
ofrezcan plazas de aprendizaje. De otra forma, la formación profesional dual no
podrá consolidarse definitivamente en España.”
El autor propone
“tomar como ejemplo modelos internacionales de éxito como el de Alemania,
Austria o Suiza y adaptarlos a la realidad de nuestro país subrayando criterios
de calidad, no buscando solamente resultados cuantitativos a corto plazo. Es
fundamental, entre otros aspectos, la inclusión de la formación profesional
dual en la estrategia corporativa al más alto nivel, las formas de coordinación
entre los centros educativos y las empresas, el seguimiento del aprendizaje en
las empresas y la tutoría. Sin tutores profesionales, bien formados y
motivados, reconocidos por sus méritos en sus propias organizaciones será
difícil que el sistema opere de forma satisfactoria.”
Finalmente, los
centros educativos. “Deberían acercarse más a las empresas en beneficio de los
aprendices y contar con los recursos necesarios para poder hacer el seguimiento
completo del aprendizaje en las empresas. Hace falta también voluntad y un
grado de innovación suficiente para adaptar los centros a esta nueva realidad.”
Mi agradecimiento
a Francisco Belil (recuerdo un agradable Curso de Verano en El Escorial sobre
las mejores empresas en el que compartimos estupendos momentos y dialogamos
sobre jefes tóxicos y líderes tónicos) por esta reflexión y la propuesta de
soluciones prácticas.
Efectivamente,
nuestra lamentable tasa de desempleo juvenil demuestra la realidad de nuestro
país. Para transformar el ecosistema, son imprescindibles cambios en las 5 P.
1º en los
Propios jóvenes. Un porcentaje tan elevado de “ni-nis” (jóvenes que ni estudian
ni trabjan) es impresentable, una lacra social. Su entorno, su familia, sus
amigos, la sociedad en su conjunto debe ayudarles a afrontar la realidad,
buscar su vocación y avanzar. En esta línea, un abandono escolar del 23’6%
refleja que la educación no está valorada, y esto es inadmisible.
2º en el Perfil.
Debemos insistir en las cualidades, las competencias, no solo para ser
empleables en el mercado de trabajo, sino para vivir feliz. El factor E
(Inteligencia Ejecutiva) es vital; la inteligencia emocional no es un eslogan,
sino un conjunto de competencias que deben conocerse, valorarse y
desarrollarse, desde el colegio.
3º en la
Profesionalidad. Tenemos demasiados universitarios que no saben muy por qué se
han licenciado en lo que lo han hecho y, como destaca Belil, una FP no dual en
un 98% (en Alemania, en un 30%). Craso error. No podemos salir de las carreras
ni de la formación “profesional” sin prácticas. Es inadmisible.
4º en las Pymes.
Para transformar una pequeña y mediana empresa, es imprescindible que “entren”
un 20% de “revolucionarios”, con otro perfil, otra voluntad, otras ganas
(evidentemente, hay que elegirl@s bien). Sea en prácticas, como becarios, en
contrato temporal, los nuevos tiempos exigen la sana combinación de
profesionales que llevan en la empresa “toda la vida” con jóvenes que, a falta
de experiencia, aporten entusiasmo.
5º en los
Profesores. No creo tanto en los “centros educativos” como instituciones, sino
en el Liderazgo de los mismos y en el Liderazgo en las aulas. Necesitamos
profesores que instruyan y capaciten a sus alumn@s para el presente y el
futuro.
Como país,
debemos transformar una Cultura (valorizar la Educación) en tres años. De hecho,
debería estar en la agenda de cualquier dirigente político que merezca la pena.
Y podemos transformar el Clima (el ambiente de trabajo, en este caso en las
aulas y en las empresas respecto a los jóvenes y su preparación) en apenas año
y medio. Es cuestión de Perspectiva, de voluntad, de acción. Como escribe
Francisco Belil, de luchar. Seguro que much@s nos apuntamos a ello.