La espiritualidad, María Marte y el coach que nos conduce


Lo pasé estupendamente ayer en la Feria del Libro con mi hija Zoe, mis sobrinas y mi hermana y cuñado, firmando ejemplares de ‘Atrévete a motivarte’ (escrito con Jorge Carretero) y con la grata compañía de grandes amigos autores: Sebastián Álvaro, Silvia Leal y Jorge Urrea, Anxo Pérez, Mago More y Sosa, Christian Gálvez y Almudena Cid, Helena Cosano… Pude saludar a Miguel Ángel Revilla, siempre divertido, y tuve el gusto de conocer a “El Aberroncho” (Paco Collado), cuyos trucos de motivación incluimos en el mencionado ‘Atrévete a motivarte’. También tuve la oportunidad de conocer y saludar a autores de Alienta como Eva Belmonte (periodista de investigación y autora de ‘Españópoli, que voy a leer encantado), Fernando y Juan Luis Polo (#Lidertarios). Es una buena noticia que las ventas de libros han subido, un indicador de la mejora de nuestra economía y de nuestra cultura.
De la prensa de ayer… Marina, siempre Marina, con sus ‘Ideas’. Esta vez, sobre la Espiritualidad. El espíritu como “la capacidad que tiene el humilde y material ser humano para pensar cosas que le superan: la ciencia, las matemáticas, el arte, las religiones, la trascendencia”. JAM lo llama “el dinamismo ascendente de inteligencia humana” y nos enseña que el laico sistema educativo inglés introduce la “educación espiritual” en sus programas.
Trascendencia. Me gusta esa palabra. Proviene del latín ‘transcendentia’ (“scando”, escalar; “trans”, ir más allá). Significa, en su primera acepción,  “acción o condición de superar algún límite”. Los “ilímites” de Yago Santalla, la superación como valor (vivido) y cualidad. Se opone a lo trascendente lo “inmanente” (pegado a su esencia).
También me ha gustado la explicación del fin de semana de María Marte, reciente Premio Nacional de Gastronomía. María Maerte (Arabacoa, República Dominicana, 1976) es chef del Club Allard desde 2013. Dos estrellas Michelín. Durante siete años fue la mano derecha de Diego Guerrero (ahora en DSTAgE). El fin de semana de la talentosa María Marte es una comida de domingo con su marido y sus hijos (mellizos de 15 años), paseo por el campo, copitas por el barrio de las Letras, baile en algún lugar de música latina. Exposiciones en el Museo Thyssen-Bornemisza, la Fundación Juan March o el CaixaFórum, tapas en Sacha, compras de ropa en Nac, Hakei o Maje, lectura de un buen libro, un spa y un buen masaje. Gracias a Loreto Sánchez Seoane por compartir los gustos de María Marte.
Y en ‘la punta de la lengua’, Álex Grijelmo nos hablaba de ‘El coach que nos conduce’. El significado original de “coach” era el de un vehículo de tiro que transportaba pasajeros a cierta distancia. Proviene del húngaro Kocsi (carruaje) y éste de la localidad de Kocs, en la cual se construyó el primer coche de caballos dotado de ciertas modernidades, como la suspensión en las ruedas. Álex denuncia: “El nombre de aquella ciudad húngara nos llega ahora escondido en los teleconcursos que contratan coaches para condicur a un aspirante a estrella”. Y añade: “dicen coach a pesar de que hallaremos un porrón de términos equivalentes en español: adiestrador, entrenador, preparador, tutor, instructor, asesor, profesor… Muchas palabras, sí, pero sin el mismo prestigio. Lo que se dice en inglés nos suele parecer más importante”.
Es comprensible el lamento del Sr. Grijelmo; sin embargo, omite tres asuntos que me parecen importantes.  El primero, que “coach” no es una palabra inglesa (si bien se llamaba “coaches” a los profesores particulares de la Inglaterra victoriana, porque llevaban al alumno desde donde estaba a donde quería ir, o porque pasaban la lección al pupilo en un carruaje), sino húngara. El segundo, que todas palabras que enumera pertenecen al mismo campo semántico de quien enseña, aunque en puridad no son sinónimos de “coach”. Y tercero, y tal vez el más importante, “coach” ya es una palabra incluida en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (en el ‘Diccionario panhispánico de dudas’, 2005, se decía que su uso era innecesario; en octubre de 2014, 23ª edición, fue admitida). Los tiempos cambian, profesor Grijelmo.
Mi gratitud a Adolfo, Jaime, Santiago, Mª José, Cris, Raúl, Enca, Luis y Araceli, con quienes me he reunido hoy y de quienes he aprendido escuchando y reflexionando juntos.