Biografía del silencio. El poder de la meditación y los cinco tipos de aburrimiento


Viernes de San Ignacio de Loyola. Fin de la semana laboral, fin de mes, fin de temporada. Unas semanas de descanso y a encarar la 2015-2016. Hoy se casa, por tercera vez, mi buen amigo Jorge, una de las mejores personas que conozco. Le deseo toda la felicidad que nos proporciona a quienes compartimos su amistad.

He estado leyendo ‘Biografía del silencio’, de Pablo D’Ors. El padre D’Ors (Madrid, 1963) es sacerdote católico, escritor y consejero cultural del Vaticano por designación del Papa Francisco. En 2014 la fundación Amigos del Desierto, para profundizar en la práctica de la meditación.
El libro comienza con un cita de Simone Weil. “El deseo de luz produce luz. Hay verdadero deseo cuando hay esfuerzo de atención”. Pablo D’Ors comenzó a meditar de forma autodidacta, con simplicidad del método y de pretensión. Inquietud física y mental. Parecía que la iba a abandonar, pero perseveró. “Me ha constado cuatro décadas comprender que el hombre empieza a vivir en la medida en que deja de soñar consigo mismo”. La meditación es una disciplina para acrecentar la confianza. “La atención me fue conduciendo al asombro”. Como frutos de la misma, la intuición de que nada permanece estable y que todo está unido. Sirve para desechar lo quimérico y quedarnos con lo concreto. “En Occidente vivimos en un mundo demasiado intelectualizado”. “Es maravilloso constatar cómo conseguimos grandes cambios con la quietud más absoluta”. Las reglas del juego son sentarse en silencio y observar lo que sucede dentro. El método espiritual es el de la búsqueda interior. La promesa de la meditación no es de poder, ni de gloria, ni de placer. “El silencio crea cierta adicción”. “Yo, naturalmente, no sé bien qué es la vida, pero me he determinado a vivirla”. La meditación ayuda a apreciar lo ordinario, lo elemental. El hombre, el ser humano, es un peregrino, un “homo viator”.
Para la nueva temporada, me vendrá bien la práctica de la meditación. Disfrutarla, fluir, y no aburrirme. Gracias, Pablo D’Ors, porque esta reflexión tan útil e inspiradora.

Conviene recordar que la fluidez (el concepto que diseñara Mihalyi Ciskzentmihalyi) está entre la ansiedad y el aburrimiento. ¿Cómo definir éste último? En 2012, John Eastwood (Universidad de York en Toronto) analizaron un centenar de estudios al respecto y concluyeron que las personas que se aburren no son apáticas, sino que no cuentan con alicientes. Comparten una alteración de atención básica. Es la actividad la que resulta aburrida.
Thomas Götz, de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, describió en 2013 cinco tipos de aburrimiento:
- “Aburrimiento indiferente” (el dolce fare niente)
- “Aburrimiento de calibración”: algo más inquietos, algo instisfechos, aunque no se plantean en serio otra cosa.
- “Aburrimiento de búsqueda”, en personas activas que desean salir de ese estado de ánimo.
- “Aburrimiento reactivo”, con excitación que suele acompañar la agresividad.
- “Aburrimiento apático”, en personas resignadas a su destino.
Uno de cada tres casos de aburrimiento pertenece a un estado de ánimo subyacente a la depresión.
¿De qué depende del aburrimiento?
- Del estatus y la falta de práctica deportiva, como demostraron Annie Britton y Martin Shipley, del University College de Londres. Quienes se aburren con más frecuencia tienen menor esperanza de vida.
- De focalizarse en pensamientos negativos (Eastwood, Universidad de Waterloo). Los depresivos suelen sufrir de aburrimiento crónico.
- De la desactivación del hipocampo (centro del pensamiento), como demostró Krystina Matiak (Universidad de Aachen) y su equipo en 2013.
- Del diálogo interior o “planteamiento cognitivo” (Ulrike Nett, Universidad de Ulm). Los alumnos suelen mostrar “aburrimiento de calibración” porque acaban soñando despiertos.
- De no encontrarle sentido a la tarea. Si se estimula la mente, la persona reacciona con gratitud. Si se dedica a ver la televisión (estimulación pobre), es probable que se aburra. “Creo que el uso excesivo de pantallas y tecnología influye de manera negativa en nuestro sistema de recompensa en el cerebro, como sucede con la drogadicción” (John Eastwood). Cuidado con la multitarea. “El aburrimiento es como las arenas movedizas, cuando uno se mueve no hace nada más que empeorar las cosas”. 
“El tiempo se arrastra cuando uno se aburre”, dice el biólogo y periodista Klaus Wilhelm (gracias por recoger todas estas investigaciones sobre la naturaleza del aburrimiento). Y el tiempo vuela cuando uno se divierte. Te deseo mucha diversión este verano.