Almuerzo, gracias a la iniciativa de Jorge
Carretero, portavoz de la RFEF y mentor del área de Deporte y Sociedad del
Human Age Institute, en un restaurante delicioso: el KBK Aravaka (Avda.
Navacerrada, 1. Pozuelo). Es un japonés (oriental en general) de estrella
Michelín este KabukoKaji (el nombre del dueño de Mazinger Z, Koji Kabuto) que
ofrece una fusión extraordinaria de paladares. Mi gratitud a Patricia
Carbajosa, al chef Hugo Muñoz Marina y por supuesto a Jorge, espléndido
anfitrión. Cuando la cocina del Imperio del Sol Naciente se une al cálido
Mediterráneo, al Mare Nostrum, el resultado es simplemente indescriptible.
AVE a Lleida, donde participaré mañana en
FORNAX 2016 de la Universitat, evento organizado por Vicente Javaloyes (VP de
la Asociación Catalana de Gestores Deportivos, Profesor del INEFC, Doctor en
Derecho Deportivo, exjugador profesional de balonmano). “Donde las emociones y
las ideas cobran sentido”.
En el tren he estado leyendo distintos
artículos sobre la consciencia, uno de los mayores enigmas de la ciencia.
En Muy Interesante, las posturas encontradas
entre filósofos y neurocientíficos sobre el particular. El premio Nobel Francis
Crick (1916-2004) trató el “problema fácil” y el “problema difícil” de la
consciencia. El fácil es cómo guarda la información el cerebro; el difícil,
cómo un sistema físico genera estados conscientes. En ‘La búsqueda científica
del alma’ (1995) escribió: “Nuestros gozos y nuestras penas, nuestros recuerdos
y nuestras ambiciones, nuestro sentido de identidad personal y de libre
albedrío, no son en realidad sino la conducta de vastos ensamblajes de neuronas
y de sus moléculas asociadas”. Ni él ni su colaboador Christof Koch encontraron
la sede de la consciencia, pero sí que las señales eléctricas actuaban en
sintonía. Por el contrario, el filosofo Daniel Dennet (autor de ‘Dulces
sueños’) considera que la consciencia es una metáfora sin fundamento real. Una ilusión
de actividad bioquímica. “No hay impresiones subjetivas, sólo información en un
dispositivo que procesa datos” (Michael Graziano, Princeton). Una tercera vía
es la de John Searle (Berkeley), que cree que la consciencia sí existe, que es
un fenómeno biológico que existe en el cerebro como la digestión en el
estómago. La comprensión sólo está al alcance de los seres humanos; los
ordenadores, como máximo, emulan, imitan. El lingüista Noam Chomsky ha ido más
allá y considera que nunca llegaremos a comprender qué es realmente la
consciencia.
Investigación y Ciencia dedica su monográfico
del primer trimestre de 2016 precisamente a la Consciencia. Desde la
Neuropsicobiología, el Dr. Gerhard Roth (Universidad de Bremen) la sitúa en el
Neocórtex. En la formación reticular, los mediales, los grupos nucleares
centrales y laterales. “Los neurofisiólogos consideran que la conjunción de
tálamo e hipocampo la puerta que da acceso a la consciencia”. “La atención, en
cuanto concentración, refuerza ciertos estados de la consciencia”. Las
sensaciones tienen un origen subcortical; la amígdala juega un papel capital.
La corteza cingular actúa en el reconocimiento y corrección de los errores.
José María Valderas repasa la trayectoria de
Francis Crick, el Darwin del siglo XX. “El claustro ocupa una posición ideal
para integrar información subyacente a nuestra percepción y acción
conscientes”. Sí, el claustro parece ser el “director” de la consciencia.
Las técnicas de neuroimagen avanzan en el
acceso a pensamientos y estados mentales, pero queda mucho camino a recorrer en
descifrar la actividad consciente.
Los filósofos reduccionistas opinan que no
hay consciencia, ni espíritu, ni alma inmortal. Hay mecanismos físicos muy
complejos. “Las vivencias se imprimen en el cerebro y éste busca determinadas
experiencias. Si sólo contemplamos los sucesos neuronales, subestimamos esta
dinámica”.
Algunos neurocientíficos consideran que los
ordenadores podrán tener consciencia humana. Lo hemos visto en el cine
(Terminator, Star Trek, AI, Metrópolis). Igor Aleksander ha establecido los
cinco axiomas de la consciencia: sentido del lugar, poder de representación
(del pasado), atención dirigida, planificación (proyección), decisiones &
sentimientos.
Autoconsciencia: ¿Para qué poseemos un yo?
¿Por qué no somos simplemente autómatas biológicos carentes de consciencia
sobre nosotros mismos? “Para cada dentro hay un fuera, y para cada exterior
existe un interior; aunque diferentes, sin inseparables” (Allan Watts).
John Bargh (Yale) escribe sobre la mente
inconsciente, a partir de las investigaciones de Daniel Kahneman (lo automático
y lo controlado, ‘Pensar rápido y pensar despacio’). “¿Qué quiere la gente?” nos
seguimos preguntando como en la época de Freud. Nuestra mente inconsciente no
sólo nos programa para una opción determinada, sino que nos hace reunir la
motivación para lograrla. El inconsciente no sólo se manifiesta durante el
sueño, sino también durante la vigilia.
Durante la epilepsia, la consciencia se
interrumpe… y luego se retoma. La anestesia general es una pérdida pasajera de
la consciencia mediante fármacos que inhiben áreas cerebrales y el flujo de
señales entre el tálamo y la corteza cerebral. En el estado vegetativo, un 40%
de los pacientes reciben un diagnóstico incorrecto.
Fascinante. Particularmente, y desde la
ignorancia de un profano, creo que la consciencia no está ubicada en un área
concreta sino que es una sincronización, que es real y que las máquinas nunca
podrán ser conscientes, que ése es precisamente el límite de la inteligencia
artificial.