Ayer, de vuelta de Córdoba, tras el
entrenamiento deportivo con la coach de CuerpoMente Irma Valderrábanos, estuve
viendo el capítulo 100º (décimo de la sexta temporada) de Scandal. Una
reflexión sobre “la otra vida” (en este caso, Fitzgerald Grant perdiendo la
presidencia en 2010; Olivia Pope, casada con él, como activista de derechos
humanos, en un matrimonio que no funciona como se esperaba). Es “el gato de
Schrödinger” (dentro de la caja, con unos electrodos, es una probabilidad de
gato vivo y gato muerto, o como se dice ahora, un gato zombi). Dos vidas en un
instante. Lo maravilloso del capítulo, y de la vida real, es que la energía,
nuestra vibración, define como somos. Es nuestra estructura de motivaciones (lo
que nos gusta, lo que nos va) lo que nos define, más allá de los contextos.
El editorial de hoy de El Mundo: ‘Hacia un
nuevo modelo para que el empleo crezca con el PIB’. Después de una década del
estallido de la burbuja inmobiliaria, nuestro país recupera los niveles de
riqueza de aquel entonces: 1’116 B $. Sin embargo, tenemos un millón y medio
menos de ocupados. Esto quiere decir, obviamente, que la economía española es
mucho más productiva; sin embargo, algo debemos hacer para recuperar el nivel
de empleo de 2008.
Según el plan de estabilidad presentado por
el gobierno, los 20 millones de personas trabajando se alcanzará a finales de
2019. Desde el 18’7% de desempleo actual, en 2020 se pretende llegar al 11’2%,
todavía superior al de Portugal y Francia (10%), y no digamos Alemania (2’9%).
¿Cómo se ha resuelto la crisis? Con la
exportación de las empresas españolas y un salario un 24% inferior al de hace
10 años (informe del Banco de España presentado ayer viernes).
El modelo convencional de nuestra economía,
cuyos pilares han sido el turismo y la construcción, es de bajo valor añadido.
O lo combinamos con el crecimiento en otros sectores, como las nuevas
tecnologías, de mayor valor, o el problema es grave, serio y profundo. Es una
cuestión de empleabilidad, de aprendibilidad, de educación en definitiva.
Tenemos desgraciadamente 1’3 M de hogares con
todos su miembros, desempleados. En general, por su baja cualificación. El
ejecutivo, en su consejo de ministros de ayer, mantuvo la ayuda de 426 € para
los desempleados de larga duración. Hay que actuar ya.
La recuperación se ha basado en un entorno
favorable: bajo precio del petróleo, caída del euro, bajos tipos de interés. Un
contexto con fecha de caducidad. O acometemos un pacto por la empleabilidad (y
por la educación), o el empleo seguirá siendo el principal lastre de nuestra
economía.
La posverdad es “Algo muy poco sólido. Lo
único que tiene de bueno es que nos aclara que en algún momento hubo una
verdad, lo cual es un alivio. Somos muy aficionados a los términos rotundos:
poshumanismo, poscristianismo, pospolítica, posmodernidad. Pero de esos
neologismos extraemos poco. La posverdad no plantea, desde el ámbito del
pensamiento, nada nuevo. Quizá sólo sea caminar hacia atrás. Es decir, observar
lo que somos sin una verdad a la que acogernos”. ¿Y la política? “Estamos
carentes de sentido crítico y nos hemos acostumbrado a una política muy
rudimentaria. De causa efecto. Altanera y poco analítica. La política no se articula
para el bien común, algo que ya advertía Carl Schmitt. Su misión es la
conquista del poder. Y nosotros somos espectadores de esa operación. Unos
espectadores más cansados que sumisos”.
Para Ramón Andrés, “En Europa se ha instalado
un huésped muy incómodo: el nihilismo. Se expresa de mil formas y ha
reemplazado al pesimismo, que tiene algo de lucidez aunque sólo sea porque
parte con desventaja frente a la realidad”. “Desde un plano político se podría
hacer frente con certidumbres, con certezas. Más incluso que con cultura. Está
demostrado que la cultura es un camino de salvación, aunque cada vez tiene
menos incidencia. Hemos perdido el humanismo. Estamos muy enajenados, muy
apresados por mil cosas: del narcisismo al individualismo. Esto nos ha
desdibujado como seres y ha borrado la idea del prójimo, que hoy es una entidad
formada por una sucesión de individualidades que no tiene nada que ver con ese
prójimo del que hablaba Lévinas. Igual sucede con las protestas colectivas o
manifestaciones, cada vez son gestos más individuales”.
Y añade: “Europa es un territorio que ya no
es de todos, sino de unos pocos europeos. Tras la Segunda Guerra Mundial se ha
proyectado como un artículo de lujo sólo al alcance de algunos de sus
habitantes. El pensamiento político ha sido desbancado por la economía y Europa
ha quedado reducida a entidad económica. Es desolador. Donde manda un banco no
cabe la cultura. El pensador checo Jan Patocka decía que Europa nació de la
búsqueda del alma, en relación a la antigua Grecia. Pero esa Europa que unas
veces se llamó Cervantes, otras Shakespeare y otras Bach ha desaparecido. Es
normal el auge de la extrema derecha, igual que es normal que en EEUU haya
ganado las elecciones Donald Trump. La gente del común está agotada y
decepcionada. Su bandera es poder llegar a final de mes. Por esta invasión de
lo económico en Europa se ha perdido la noción de sacrificio y de esfuerzo. Es
decir, de lo mucho que costó construir la UE. Ahora a cualquiera le parece
normal ducharse con agua caliente y comer tres veces al día. Pero es algo muy
reciente”. “Yo aún me identifico con lo que se denominó «el espíritu europeo».
Y se lo agradezco a quienes ayudaron a confeccionarlo”. Pero “los Gobiernos y
organismos europeos han actuado, por lo general, desde la ignorancia moral”. Su
coartada para campar libremente ha sido fomentar el desánimo y el miedo. Así es
como se ha logrado, también, que Europa se cuartee en muchas individualidades
erráticas, sin rumbo. Hay gente que va en busca de salvación y no en busca de
sentido. Ni siquiera de sentido colectivo, que es donde uno se dibuja mejor
como individuo”.
A este sabio la política española no le
seduce “absolutamente nada. Es inmadura, vulgar, tosca. La clase política
manifiesta una ignorancia vergonzante que conduce a la arrogancia ciega. Buena
parte de los políticos han favorecido que este país se haya convertido en lo
que es: un territorio muy pobre espiritualmente. Y muy dañado”. “S omos un
país castigado donde se desaceleró el sentido común. Un partido neoliberal
tiene hoy los mismos tics que un partido de principios del siglo XX. A la vez,
la izquierda no avanza respecto al discurso de los años 70 y está perdiendo el
lenguaje, no sabe articular un nuevo pensamiento. La izquierda hace demasiado
tiempo que se presenta incapaz de renovarse. No sabe pensar de otra manera y
ése es el más grave de sus problemas”.
“El sistema sabía que el fervor que surgió
con el 15M era algo pasajero. Movimientos espontáneos como aquel son pequeñas
botellas de oxígeno para que el ánimo de la población se renueve, pero poco más
(…) Un partido como Podemos, que pudo recoger desde la seriedad el descontento
y el dolor de generaciones frustradas, no se ha esforzado en pensar cosas
nuevas. Hablamos de Estados nuevos, de partidos nuevos, pero nadie propone una
idea nueva. Estamos tirando del vivero ideológico del siglo XIX”.
“Nos aturden con miles de noticias, con
artefactos de consumo que no necesitamos. El propósito es que no paremos a
pensar. Que mantengamos permanentemente la dependencia de algo. Hoy los
súbditos no vamos encadenados, sino que estamos atados a golpe de ruido,
confusión y necesidad de consumo”. “Es de una puerilidad extraordinaria decir
que las redes sociales fomentan la democracia o nos hacen más libres. Creer
algo así en el siglo XXI es asombroso. Europa ha sufrido mucho, hemos visto
demasiadas guerras y azotes de peste negra como para caer ahora en esa
ingenuidad. El problema es que cada generación tiene cada vez menos memoria,
porque así está programado el progreso, y no permitimos que nada culmine. Se
nace ignorante, se permanece ignorante y cuando más o menos una generación
podría llevar a cabo un proyecto viene la muerte. Antes había casi
genéticamente una preservación de la memoria de lo que fuimos y de lo que
somos. Ahora no. Olvidamos que una persona sin memoria es hombre muerto”.
Hemos perdido “la capacidad de comunicarnos
de un modo complejo. Es decir: las palabras. Su peso. Y por eso somos muy pocas
veces nosotros. Cada vez hablamos más desde el ágora de voces que llevamos
dentro, en vez de hablar desde nuestra voz. Cada vez aceptamos más las
opiniones generadas desde los medios de comunicación. Por eso es importante el
silencio, porque nos permite escuchar otras cosas que no vienen de ese mundo
atronador e impreciso. La sociedad no ha construido lugares de silencio. Hemos
olvidado que el silencio es un arma. Nada que ver con la trascendencia. Es
mucho más inquietante una manifestación multitudinaria en silencio que otra
llena de gritos, tambores y megáfonos. No dar señales es el primer paso para no
estar controlados, ni localizados. Nada inquieta más al poder, al sistema, que
el silencio”. “Lo peor de la crisis es la ideología de crisis que ha dejado
instalada. Eso es lo difícil de deshacer, porque desemboca en una versión
apocalíptica del mundo. Muchos jóvenes sienten que no tienen lugar aquí, que no
hay futuro para ellos”.
Y concluye: Somos un país “Vago y mal
aprovechado. Nos movemos a impulsos, que es la antítesis de la coherencia. Este
es un territorio de genialidad, pero en cuanto a país tenemos poca firmeza.
Guiados, además, por gobernantes mediocres, muy por debajo de parte de la
sociedad”. Lo más preocupante es “la ignorancia que se fomenta en las escuelas
desde los primeros cursos. Y el desenfoque de lo que tiene que ser una vida. La
Educación debería ser asunto de Estado. La verdadera Transición está ahí”.
Hay que leer de Ramón Andrés ‘Pensar y no
caer’, ‘Diccionario de música, mitología, magia y religión’, ‘No sufrir
compañía. Ensayos místicos sobre el silencio’, ‘Semper dolens’, ‘Johan
Sebastian Bach’ y su ‘Poesía’.
Esta tarde hemos visto ‘El hombre de las mil
caras’ en Movistar+. La historia de Paesa y de Luis Roldán. "La historia de un hombre que engañó a un país entero". La historia de un
país que es como es. Que somos como somos. Una película impresionante, con un gran guión y excelentes actores.