Del cerebro depende la Felicidad


Jornada en Madrid entre reuniones internas, sobre proyectos de clientes y visita a una prestigiosa Escuela de Negocios con mi buen amigo Jorge Carretero, eternamente joven. Mi gratitud a él y a su profunda amistad. He almorzado en ‘El Qüenco de Pepa’ con Sandra Sotillo, que ha presentado su tesis doctoral (que muy amablemente me ha regalado) sobre Gestión de la Reputación del CEO. La Dra. Sotillo es la gran referencia en la Confianza del Consejero Delegado.

He querido recuperar la entrevista de Ima Sanchís en La Contra de La Vanguardia al investigador noruego Harald Harung: ‘La felicidad está ligada a la capacidad cerebral’.
“Nuestro cerebro tiene un potencial enorme para ser feliz”. Frederick Travis y Harung llevan más de 40 años analizando el rendimiento de los números uno en ejecutivos, deportistas y músicos. El denominador común es que “tienen una motivación intrínseca que los lleva a buscar el significado, el propósito de las cosas, la expresión de sí mismos y la paz interior”. Para ellos, las motivaciones extrínsecas (dinero, poder, fama) son secundarias.
Hay cuatro parámetros determinantes: el razonamiento moral, la capacidad creativa, la inteligencia y el número de experiencias cumbre (los momentos más felices de la vida, con óptimo rendimiento). Las personas “normales” movilizan las neuronas antes y por tanto despilfarran gran cantidad de energía; las personas de alto rendimiento esperan a responder en el último instante y movilizan las neuronas sólo hasta el punto necesario. En los mejores, la frecuencia de ondas alfa (relajación, creatividad), de conexiones entre puntos del cerebro y la respuesta al estímulo es el doble que los promedio.
Tanto el estudio de Travis y Harung (2011-2012) como el posterior de Oxford revelan que las personas con escasa conectividad cerebral sufren de ira, transgreden en mayor medida las normas y duermen peor.
Las personas de mayor conectividad, las de alto rendimiento, poseen un vocabulario más rico, gozan de mayor memoria y se sienten más satisfechas con la vida.
¿Y el razonamiento moral? Se considera demostrado que las personas de alto rendimiento cerebral son moralmente más elevadas, no piensan sólo en sí mismas sino en los demás. A Harung le sorprendió que “en Noruega, los altos directivos tienen una ética superior a la media”. La razón es que la diferencia salarial no es muy grande, por lo que su motivación no es extrínseca (enriquecerse) sino intrínseca (no es crematística). “Cuando pagamos a los directivos cantidades impresionantes de euros quizás conseguimos a las personas equivocadas”. Lo mismo ocurre con los maestros de a Sinfónica de Oslo o con los deportistas de élite.
“Según un metaestudio con millones de personas, la educación apenas afecta, y la edad es irrelevante”. Lo importante, siempre según Harald Harung, es la capacidad de desarrollar la mente-cerebro (durmiendo lo suficiente, practicando ejercicio físico moderado, escuchando y tocando música y sobre todo a través de la trascendencia: las experiencias cumbre). La meditación trascendental es una práctica que aumenta la felicidad.

Mi gratitud a Ima Sanchís y a Harald Harung por compartir sus halazgos. Leeré sus libros ‘Liderazgo invencible’ y ‘La excelencia mediante el desarrollo de la mente-cerebro’. Entrenar el rendimiento a través de la meditación resulta un consejo valioso.     

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